jueves, 27 de marzo de 2014

Una visión fotográfica del Prerrafaelismo: Modern Photographers.

Ayer tuve el placer de descubrir gracias a Guillermo Solana (director artístico del Museo Thyssen) en su Twitter que el próximo verano la institución albergará una exposición cuya figura principal será Sir Lawrence Alma-Tadema. Tras soltar el notición de la manera más casual posible (pidiendo ayuda para nombrar la muestra, implicando a sus seguidores en su trabajo), me dio mucha lástima descubrir que hay mucha gente que no conoce no ya a Alma-Tadema, sino a los maestros Prerrafaelistas (o Prerrafaelitas), un grupo de artistas muy influyentes (y peculiares) del siglo XIX inglés. Como el museo ha de ser un lugar que promueva el (auto)aprendizaje, creo que esa exposición será todo un éxito.

Este grupo de artistas es uno de mis predilectos, lo confieso, y su sensibilidad forma parte de mi esencia. Por ello, quería acercároslos un poco más si no los conocéis, y qué mejor manera de hacerlo, que con uno de mis proyectos fin de máster: Modern Photographers.

Modern Photographers nació como resultado de la unión de dos de mis grandes (como sabéis) pasiones: Fotografía y Arte. El proyecto, dividido en tres series de fotografías que retoman temáticas lárgamente tratadas por los pintores ingleses decimonónicos, recibió ese nombre haciendo un guiño a la obra Modern Painters (1843), escrita por el crítico de arte John Ruskin, una figura muy vinculada con este grupo de jóvenes artistas. En su escrito, Ruskin afirmaba la superioridad de los pintores de su época, que habrían dejado atrás a los pintores antiguos. Pronto se convirtió en un libro canónico, una guía para los artistas jóvenes, que querían ejercer su don lo mejor posible. Esta obra fue la que inspiró a los iniciadores del Prerrafaelismo para crear su propia revolución artística.

Me gustaría recalcar que la idea original del proyecto no consiste en copiar los cuadros fielmente, sino recrear la sensación de cada obra: el objetivo es que, cuando se observen mis fotografías, el espectador piense en el cuadro que representan (algo parecido a lo que consiguió Marina Abramovic con su Pietá). Un objetivo ambicioso (no sólo por un presupuesto inexistente), pues no todas las obras son conocidas, y por ello tengo que mostrar ambas imágenes (la mía, y la de los maestros ingleses) juntas.



Sin más, os dejo con las tres series, deseando despertar vuestra curiosidad, y que os sumerjáis en este maravilloso mundo de ensueño que nos legaron los Prerrafaelistas.

Serie Fantasías y Leyendas.


  • La Luz del Mundo. Fotografía inspirada en William Holman HUNT, The Light of the World (1853-54). Óleo sobre lienzo, 125 x 60 cm. Manchester City Art Gallery.




  • Beata Beatrix. Fotografía inspirada en Dante Gabriel ROSSETTI, Beata Beatrix (1864-70). Óleo sobre lienzo, 86 x 66 cm. Tate Gallery, Londres.






  • Pandora. (I) Fotografía inspirada en Dante Gabriel ROSSETTI, Pandora (1878). Tiza (¿pastel?), 100'8 x 66'7 cm. Lady Lever Art 
  • Gallery, Liverpool.





  • Pandora. (II). Fotografía inspirada en John William WATERHOUSE, Pandora (1896). Óleo sobre lienzo, 152 x 91 cm. Lord Lloyd-Webber Collection (Colección Particular).



  • Juana de Arco. Fotografía inspirada en Dante Gabriel ROSSETTI, Joan of Arc (1882). Óleo sobre tabla. 50'8 x 45'5 cm. Fitzwilliam Museum, Cambridge.




  • El Círculo Mágico. Fotografía inspirada en John William WATERHOUSE, The Magic Circle (1886). Óleo sobre lienzo, 127 x 183 cm. Tate Gallery, Londres.




  • Ofelia. Fotografía inspirada en John William WATERHOUSE, Ophelia (1889). Óleo sobre lienzo, 96'5 x 157'4 cm. Colección Privada.





  • Boreas. Fotografía inspirada en John William WATERHOUSE, Boreas (1902). Óleo sobre lienzo, 94 x 69 cm. Colección Particular.




  • El Sueño de una Noche de Verano. Fotografía inspirada en Edward Robert HUGHES, Midsummer Eve (1908). Acuarela sobre papel, 114'3 x 76'2 cm. Colección Particular.





Serie La Femme Fatale.





  • Iraia (Amante de los Sueños). Fotografía inspirada en Dante Gabriel ROSSETTI, Aurelia (Fazio's Mistress) (1863-73). Óleo sobre tabla de caoba, 43'2 x 36'8 cm. Tate Gallery, Londres.





  • La Sombra del Amor. Fotografía inspirada en Anthony Frederick Augustus SANDYS, Love's Shadow (1867). Óleo sobre tabla, 40'6 x 31'8 cm. Colección privada.




  • El Espejo. Fotografía inspirada en Frank DICKSEE, The Mirror (1896). Óleo sobre lienzo, 118'1 x 95'3 cm. Colección Particular.




Serie Retratos.

    • Julián Alberto Martín. Fotografía inspirada en John Everett MILLAIS, John Ruskin (1853). Óleo sobre lienzo, 78,7 x 68 cm. Colección particular.



    • Sueño Etílico. Fotografía inspirada en Henry WALLIS, The Death of Chatterton (1855-56). Óleo sobre lienzo, 62'2 x 93'3 cm. Tate Gallery, Londres.





    • La Muchacha Ciega. Fotografía inspirada en John Everett MILLAIS, The Blind Girl (1856). Óleo sobre lienzo, 82'6 x 62'2 cm. Birmingham Museums and Art Gallery.



    • Retrato de Sheila (inmersa en un mundo mágico). Fotografía inspirada en Edward Coley BURNE-JONES, Portrait of Katie Lewis (1886). Óleo sobre lienzo, 61 x 127 cm. Colección Privada.





lunes, 24 de marzo de 2014

De cómo adentrarse en el mundo de la fotografía 2.0 y no morir en el intento...(I)

Hoy en día vivimos rodeados de imágenes, y muchas de ellas las tomamos con nuestros smartphones. Estamos acostumbrados a las selfies y a los filtros de Instagram, pero, ¿hay algo más además de eso? ¡Por supuesto!

El mundo de la fotografía móvil, y de las redes sociales fotográficas (pensadas para "smartphonography" o para una fotografía más tradicional) es tremendamente prolijo, y un gran campo de cultivo para desarrollar la creatividad de cada uno. Hay mil y un (o más) debates al respecto, y a veces ni los expertos se ponen de acuerdo en si esto es positivo o no: licencias, apropiación indebida... hasta se critica la bajada de calidad (intelectual y técnica) de las fotografías que se comparten en la red. Tampoco hay consenso con el uso de smartphones para hacer fotografía artística y/o profesional.

En mi humilde opinión, creo que aunque esta democratización de la fotografía tiene sus contras, también tiene muchos pros, y conociendo bien lo que tenemos entre las manos, podemos sacarle mucho jugo. Pero quizá empezar en este mundo es un poco caótico, y por eso quería compartir las mejores (a mi entender) redes sociales dedicadas a la fotografía, así como una lista de las app que me parecen más útiles a la hora de editar fotos en vuestros dispositivos móviles (en un futuro post).

Redes Sociales:

Sí, son redes sociales, puesto que permiten seguir a otros usuarios, tienen notificaciones, y facilitan la comunicación entre fotógrafos. No son, por tanto, meros bancos de imágenes. Pero tienen más características en común: permiten el etiquetado y catalogación de tus fotos, tienen (al menos algunas) un apartado para vender las fotos, suelen tener diferentes comunidades más pequeñas centradas en temáticas, etc. Sin más, os dejo mi "personal 5", aunque hay dos redes sociales por antonomasia en esto de la imagen (Instagram y Pinterest) de las que hablaré específicamente en futuros posteos.

1.500px. Dentro de las redes sociales fotográficas de gran consumo, 500px es, a mi parecer, la más profesional y donde podemos encontrar las fotos de mayor calidad. Es un maravilloso recurso no sólo para compartir nuestras fotografías (eso sí, quizá esté más pensada para las fotografías tomadas con una réflex), sino que también lo podemos usar para ver tendencias y sacar ideas (que no copiar) en las que inspirarnos. Esta web nació en 2009, y dos años después ya alcanzaba los 3 millones de usuarios registrados. La revista TIME situó su blog, de hecho, entre los 25 mejores del año 2012, gracias seguramente a su gran labor de divulgación del trabajo de grandes fotógrafos contemporáneos, así como de interesantes tutoriales. No es tan conocida como otras, pero ya os digo, para mi gusto, es la que gana por goleada por el rigor y seriedad de sus usuarios. A pesar de no permitir colocar las fotos en carpetas, y pecar a veces de extrema sencillez, es muy intuitiva y útil, y permite ver las imágenes en buena calidad, por lo que es un gran porfolio online para todo fotógrafo.


1. DeviantArt. Quizá no es la más canónica dentro de las redes sociales dedicadas a la imagen, pero yo la tengo especial cariño por haber empezado mi camino en esto de la fotografía 2.0 en ella. DeviantArt no es una comunidad por y para fotógrafos, sino que tiene un sinfín de categorías artísticas. Es una comunidad de reunión para creativos de todo tipo: fotógrafos, diseñadores, artesanos, tatuadores, escultores, ilustradores, y un largo etc. La subida de las imágenes es un poco más engorrosa, pero a la vez se puede personalizar mucho, además de permitir compartir tu foto en diferentes grupos de temática común. De nuevo, un buen lugar para tener tu porfolio mientras buscas inspiración.

3. Flickr. Posiblemente la más conocida y veterana de las redes sociales dedicadas a la fotografía, y una muy buena manera de compartir tus imágenes en alta calidad. Su diseño es mucho más tosco que el de las dos anteriores, pero a su vez es mucho más intuitivo y fácil de usar a la hora de subir imágenes. Además, uno de sus puntos fuertes es su gran aplicación para móviles, que permite compartir imágenes de manera muy cómoda y rápida, siguiendo la estela de Instagram (sí, con filtritos y todo, que seguro que más de uno se alegra de saberlo). Personalmente, es la mejor opción (junto con EyeEm) para compartir fotografías artísticas tomadas con tu smartphone. Eso sí, la polémica está servida con esta comunidad, pues recientemente ha anunciado que dejará de funcionar con direcciones que no pertenezcan al dominio de Yahoo!. Bajo mi punto de vista, una mala jugada. Pero, a favor (de nuevo) de esta red, es una gran herramienta para el marketing online de marcas y el SEO. Una gran red social a tener en cuenta ;)

4. Behance. Una comunidad pensada por y para profesionales de la imagen y el diseño (es tan pro, que hasta te permite logearte con tu Adobe ID). Es posiblemente el porfolio online más potente que existe, y es muy útil para compartir proyectos ya cerrados, pues los álbumes están pensados precisamente para eso, permitiendo al usuario no sólo subir sus imágenes, sino también textos explicativos, así como vídeos. Además, tiene también un apartado de búsqueda de empleo (de hecho estuvo un tiempo vinculada a LinkedIn con una app para mostrar porfolios en dicha red profesional, así la conocí yo). Lamentablemente, en nuestro país no se usa mucho :(

5. EyeEm. He de reconocer que esta es la que menos conozco, apenas la usé cuando la descubrí, pero igualmente me parece que debe estar en mi top 5. EyeEm es posiblemente la competencia más fuerte de Instagram, al ser una red social pensada (al menos en principio) especialmente para fotografía con smartphones. No ha conseguido tener el calado necesario para desbancarlos, pero en el mundo de los fotógrafos profesionales, está mucho mejor vista. Es más seria y robusta, más propia de la filosofía profesional, y no tanto para compartir "el momento" (aunque captar "el momento decisivo" siempre debería ser el propósito de cualquier fotografía). Entre sus puntos fuertes, destaca su fuerte comunidad, en la que además de compartir fotos, puedes aprender de otros usuarios y de la propia página en sí. Tras la polémica que suscitó Instagram con el tema de los derechos de las imágenes, muchos fotógrafos profesionales, cansados de que se les toreara con este tema, se pasaron a esta (hasta entonces) prácticamente desconocida red social con app propia. Es una gran opción si quieres tomarte en serio esto de la fotografía con smartphones :D

Y hasta aquí, mis recomendaciones en cuanto a redes sociales fotográficas. Hay muchas más, por supuesto, y por ello os invito a compartirlas en los comentarios ;-)

miércoles, 5 de marzo de 2014

Amando a Mamá Naturaleza: Génesis, por Sebastiao Salgado

Antes de nada, me gustaría pediros perdón por mi ausencia este mes. Todos somos humanos (¡¡al menos así lo espero!!), y a veces nos dejamos llevar por nuestra humanidad, y nos sentimos abrumados. Febrero no ha sido un gran mes en lo personal, pero ya ha empezado Marzo, y las fuerzas se renuevan. Así que aquí estoy de nuevo al pie del cañón!! Gracias por esa espera paciente :)

Bien, después de esta intro un tanto personal, me voy a centrar en el tema de hoy. Desde que hace un par de semanas fui con dos grandes amigos fotógrafos a ver la exposición de Sebastião Salgado en el CaixaForum madrileño, he tenido en mente escribir mi opinión al respecto. Y ayer, leyendo (y llorando de la risa al hacerlo) la crónica de la misma escrita por los cachondos de Cienojetes (GRANDES), me dije: ¿qué mejor momento que este? Y heme aquí, con menos ironía que la que ellos muestran, pero dispuesta a daros mi opinión.

Para los que no conozcáis a Salgado, una brevísima biografía: fotógrafo brasileño (Aimorés, Minas Gerais, Brasil,1944) que, tras pasar su infancia y juventud ayudando a su familia en las labores de explotación de su hacienda en Brasil (y aprender, entonces, a amar la naturaleza, a caminar, a observar), y comenzar su vida adulta como economista de prestigio, decidió dejarlo todo y dedicarse a observar con detenimiento, a captar lo que su ojo ve a través del visor de su cámara. Se dedicó por entero a la fotografía, y a viajar. Todo un suertudo, Salgado, ¿no creéis?

La muestra que podemos ver en el CaixaForum nos enseña el último trabajo de Salgado, llamado Génesis, un trabajo que nos invita a reflexionar sobre los orígenes de nuestro planeta, mostrándonos algunas zonas vírgenes de cada continente, su flora, su fauna, y sus habitantes tribales. Se presenta, además, como una reflexión sobre la riqueza que estamos perdiendo en nuestro planeta, si bien es cierto que no nos muestra demasiados síntomas de la desaparición de la misma (algo que conformaría una verdadera denuncia, a mi entender). Esta crítica sería mucho más efectiva si mezclase imágenes de vida junto a imágenes de destrucción, pues no todo es tan bonito como él nos lo muestra.


Una buena presentación de lo que es la exposición nos la proporciona este video realizado por el diario Hoy es Arte:





He de decir que la exposición me entusiasmó, las imágenes son bellísimas: texturas, volúmenes, parece que puedas tocar cada duna, cada iceberg, cada rama de cada árbol, el pelaje de los animales... En ese sentido, es una exposición inmejorable. Además, como buena romántica, no podía dejar de ver en las fotografías la idea de lo Sublime, lo insignificantes que somos los humanos si nos comparamos con Mamá Naturaleza (como diría Baloo). Y es curioso pensar en que, a pesar de esa insignificancia, nos propongamos cargarnos nuestro entorno... y lo estemos consiguiendo.


Sebastiao Salgado © Génesis


Estoy segura de que los amantes de la Naturaleza, de la fotografía, hasta de la etnografía, van a disfrutar enormemente la muestra. Sin embargo, tiene una cosa que es a la vez muy buena, y muy mala: el elevado número de obras que nos acerca. Digo que es muy bueno, porque nos permite ampliar nuestra visión del mundo, nuestro conocimiento del mismo, disfrutando de bellas imágenes. Pero, a la vez, llega a saturar, y por eso es malo también. Tras pasar un par de horas en unas salas repletas de gente, con el calor seco de la calefacción, cargando con el abrigo y pensando en si sería adecuado quitarme alguna capa más de la cebolla que soy en invierno, las dos últimas partes de la exposición ni las disfruté. Sufrí el conocido Síndrome de Florencia, mi mente era incapaz de procesar más imágenes. Y parece que le pasaba a más visitantes, pues los bancos centrales estaban siempre llenos.


Imagen tomada mientras visitaba la muestra.


Otra de las críticas que comparto con los colegas de Cienojetes, es el tema de las cartelas, pero no es tampoco ninguna novedad, pues esa es la dinámica de las exposiciones que podemos ver en España: siempre textos largos, textos que empiezas a leer y al final acabas dejando a medias, o leyendo tan rápido, que no te enteras. Mi consejo: informarse antes de ir a ver la exposición, y allí simplemente disfrutar de las imágenes (consejo aplicable a toda exposición que vayas a visitar). Yo procuro leer siempre las cartelas, pues si voy a ver una muestra, es porque me interesa sacarle todo el partido posible, pero hay que reconocer que hay que tirar de fuerza de voluntad para leerse todo (aunque en este caso, todo sea dicho, sólo hay dos cartelas, pero la que finaliza la muestra ni me la leí). Los diseñadores de exposiciones deberían reflexionar al respecto...

Críticas negativas a parte, quiero recalcar mi recomendación: es una exposición que merece la pena visitar, preparándose antes, como decía. Quizá no sea su muestra más representativa, quizá la postproducción no sea la más acertada, pero yo la disfruté mucho. Quizá sea lo bueno de no conocer en profundidad la obra anterior de Salgado, y precisamente por eso pudiera disfrutar de la mayoría de las imágenes. Las composiciones, la manera de ver el mundo de este fotógrafo, su paciencia para conseguir la foto exacta.. qué queréis que os diga, yo me quito el sombrero. Ya me gustaría a mi llegar a parecerme en algo a este Maestro.




Sebastiao Salgado © Génesis

Para terminar, recomendaros, si no conocéis el edificio que contiene esta gran serie de imágenes, no dejéis de admirar las maravillosas escaleras (las cuáles os darán mucho juego si, como yo, sois fotógrafos o aficionados a la fotografía).


Escalera interior del CaixaForum Madrid. Blamara Photography (todos los derechos reservados)
Escalera de entrada al CaixaForum, Madrid. Blamara Photography (todos los derechos reservados)


Así que nada, id a verla, con calma, degustándola... y me contáis ;) Tenéis hasta el 4 de mayo para hacerlo.



P. D. Si sentís curiosidad por saber un poquito de la técnica de Salgado en este trabajo, Sergio Perea nos cuenta algunas cosas que el fotógrafo relató en la conferencia de inauguración.


P.D. 2. Un buen post informativo, con un pormenorizado análisis de la muestra (quizá demasiado entusiasta), nos lo proporciona Carlos Dorado. Un gran recurso para prepararse la exposición.

martes, 18 de febrero de 2014

De los desvelos y sentimientos encontrados de una ex alumna del Valdeluz.

Por una vez, me vais a perdonar que no hable de fotografía, ni de cultura, ni del mundo 2.0... sino de algo mucho más visceral, triste y confuso: el caso Valdeluz.

Ya van casi 6 noches durmiendo a medias, pensando, digiriendo, sintiendo repulsión y pena. Hoy no consigo conciliar tampoco el sueño, pero porque siento la necesidad de expresarme, y sobre todo, de compartir. Esta noche, os quiero contar la historia de una chiquilla un tanto peculiar, que tuvo la suerte (sí, SUERTE) de que sus padres decidieran desoír sus súplicas y quejas, y de que supieran (aunque ella no lo entendiera entonces) qué era lo mejor para ella. Esa chiquilla peculiar, con los años, se ha convertido en una mujer (creo) con criterio, a la que tengo la suerte o la desgracia de conocer muy bien. Porque esa chiquilla soy yo. Y esta, es la historia sobre mi paso por el Valdeluz, y el por qué defiendo a la comunidad del colegio en el que empecé a andar mi camino como persona.

Antes de nada, me gustaría dejar clara una cosa: cualquier persona que cometa tal atrocidad como un abuso, sea este sexual, o "mero" maltrato, contra un menor, merece mi más absoluto desprecio, y una larga temporada pudriéndose entre rejas. Y los que lo saben, y no hacen nada, son igual de culpables, o incluso más, pues quiero creer que un ser humano que comete tal atrocidad es un enfermo mental, pero el que lo permite a conciencia, es directamente un malnacido. Dicho esto, me pongo en antecedentes.

El miércoles pasado, muchas de las personas que tenemos o hemos tenido relación con el colegio Valdeluz recibíamos un puñetazo en el estómago en forma de whatsapp o llamada telefónica. No puedo hablar por lo que sintieron los demás, pero sí puedo (y quiero) hablar por lo que yo misma sentí: entré en shock. Impensable. Que mi profesor, es más, mi tutor, había hecho.. ¿qué? Me costó procesar la información, sólo leía, sólo escuchaba lo que me estaban contando. Me sentía incapaz de decir nada. Llegué a casa aún aturdida, a contárselo a mis padres, quienes también quedaron muy sorprendidos y afectados. Y ahí empezó la locura...

Leí con calma la primera noticia que saltó a la prensa. La intenté entender. Pero seguía sin conseguirlo, las letras me bailaban. No puede ser. Pero sí, era. Estaba leyendo una noticia horrible, sobre un hecho deleznable, presuntamente cometido por uno de los pilares de referencia en mis inicios de mi vida como adulta. Cuando poco a poco (muy poco a poco) mi estómago comenzó a asentarse, empecé a aplicar lo que tan bien me han enseñado en los últimos tiempos mis nuevos profesores: empecé a monitorizar, necesitaba escuchar lo que se decía en webs y redes sociales. Necesitaba saber para entender. Y quizá fue este precisamente mi gran error, porque cada noticia que leía, cada tuit, me espantaba más. Y me sentía insultada. Estaban desmoronando mi construcción como persona. Estaban lapidando (injustamente) una parte muy importante de mi vida. Una parte de cuya importancia no era consciente. Hasta ese momento.

Para que entendáis mejor la vorágine de sentimientos encontrados que he tenido estos días con este tema (y por qué quizá mi opinión es tan caótica en este escrito), quiero aclarar primero unas cosas:

  • Sí, soy ex alumna de un colegio religioso. 
  • No, no soy creyente, aunque me haya criado en un entorno que sí lo es, y por lo tanto, respeto las creencias de los demás.  
  • Sí, soy ex alumna de un colegio exigente, y esa exigencia me llevó a querer salir de él, pero a toro pasado me di cuenta de que mis padres hicieron bien al no permitírmelo, pues al llegar a la universidad descubrí que mi formación era muy completa, mucho más exhaustiva que las de algunos de mis compañeros. 
  • Sí, soy ex alumna de un colegio concertado, con algunos cursos privados, pero no soy una "niña rica". 
  • Y, sobre todo, sí, mi cole ha levantado y levantará envidias y resquemores, y esa es, seguramente, una de las razones que ha hecho que esta bola crezca más (a parte, repito, de lo horribles que son los hechos que, presuntamente, han acontecido entre sus muros).

Os preguntaréis, entonces, por qué he defendido estos días a una institución, a una comunidad, que muchos han considerado como indefendible. Primero, porque considero que no pueden pagar justos por pecadores, y a pesar de que quizá, lamentablemente, haya algunas personas que merece mi más absoluto desprecio si se prueba que las acusaciones que sobre ellos se ciernen son verdaderas, hay muchas más personas muy válidas, como profesionales y como individuos, que, junto a mi familia, han hecho de mí quien soy ahora. No pueden pagar justos por pecadores. Es injusto que unos críen la fama y otros carden la lana. Perdonadme el uso de tanto refrán, pero quiero dejar bien claro que por una, dos, tres personas que actúen mal, no todo un colectivo es malvado. El Valdeluz no es, como he llegado a leer, "una casa de citas encubierta". NI POR ASOMO. El Valdeluz es una institución que EDUCA, que FORMA personas. Y que, dicho sea de paso, lo hace MUY BIEN.

En segundo lugar, quiero hacer entender que el Valdeluz no es sólo un colegio, sino una institución en sí misma y, como he dicho antes, una COMUNIDAD. Muchos de sus alumnos hemos sido hijos de alumnos, hermanos de alumnos, tíos de alumnos. Muchos conservan de su paso por el colegio a sus mejores amigos. Muchos padres acababan haciendo amistad con otros padres. Juntos celebramos, juntos recordamos a los que ya no están. Y todos (al menos, los que sabemos ver las cosas positivas que nos ha proporcionado esa comunidad, que creedme, son muchas) sentimos un gran cariño a ese colegio. En términos de Community Management: sentimos ENGAGEMENT. Y no es un sentimiento corporativo, sino un sentimiento real y visceral, porque creemos en los valores que compartimos. Porque creemos en su proyecto educativo. Porque nos sentimos unidos, en lo bueno y en lo malo.

Pero pasando a lo más personal, ese profesor que empezó siendo nombrado tímidamente con las siglas de su nombre y apellidos, y que ha acabado siendo de todo menos anónimo (cosa que creo que ha sido una de las mayores cagadas del tratamiento que le ha dado la prensa a este caso, que se ha convertido en un caso sensacionalista al máximo) fue, como decía, mi profesor y mi tutor. Y he de decir que jamás vi ni escuché nada similar a lo que presuntamente ha hecho. Con esto, no quiero decir que las víctimas de sus presuntos abusos hayan mentido, que veo venir los comentarios. No. Lo que quiero decir es que YO NO VI NI ESCUCHÉ NADA. Y precisamente por eso encajar esta noticia me ha costado (y me costará) muchas noches de insomnio. Porque conmigo siempre fue correcto, incluso amable, ayudándome en un momento difícil para mí, en un momento crucial en mi formación no sólo académica, sino personal. Y lo único que se me ocurre para explicar su comportamiento es que, en estos años en los que no he tenido trato con él, y en los que presuntamente ha cometido los abusos, se haya vuelto loco. Literalmente. Es lo único que mi confusa mente puede procesar.

Como es habitual en este país, se le ha juzgado y condenado desde el minuto 0. Yo no he estudiado derecho, no puedo juzgarle, no puedo afirmar ni que sea culpable, ni que sea inocente. Sólo puedo esperar con un nudo en el estómago a que la justicia dictamine, y si resulta culpable, se pudra en la cárcel, aunque haya sido un referente en mi educación. Quien la hace, la paga. Y eso es lo que me tranquiliza, y precisamente por eso tengo la conciencia muy tranquila con cómo he actuado estos días defendiendo al colegio como comunidad.

Puedo entender (aunque me cueste) que este tema tan escabroso haya levantado el ansia por la carnaza, por el morbo. Pero no puedo evitar tener la sensación de que tanto prensa, como ciudadanos "anónimos", se han cebado sin contrastar las noticias, sin conocer cómo es esta comunidad que muchos hemos defendido. La noticia ha tomado un regusto amarillista que ha hecho mucho daño en nuestra comunidad. Muchos criticaban a los que defendíamos al Valdeluz, nos echaban en cara que no defendíamos a las víctimas (cuando, además, no era verdad, y los mensajes de apoyo se repetían en muchos timelines). ¿Acaso ellos no estaban perjudicando a las víctimas colaterales, como los docentes inocentes del centro, los alumnos, los niños que empiezan a ser conscientes del mundo entre esos muros, y que han tenido que ver cómo policía y prensa les esperaban a la salida del cole para ver cómo recibían de manos de sus preocupados padres la merienda?

Y luego me han llamado hipócrita. Hipócritas son los que han usado el insulto como bandera, los que han hecho pintadas, los que han difamado sin saber. Pobres, no son conscientes del daño que han hecho. No son conscientes de las noches de desvelos, de la preocupación, de la consternación de muchos padres que ahora tienen a sus hijos estudiando en el colegio. Hay muchas víctimas en este caso, no sólo las denunciantes (que, por supuesto, tienen TODO el apoyo de esta comunidad, y están en las oraciones de todos los creyentes de la misma, y en las mentes de los que no lo somos). Me ha costado darme cuenta de que esas personas que hacían ruido, insultando por el mero placer de crear polémica, no merecían ni una palabra. "Don't feed the troll". Pues eso. Que, por mi parte, se mueran de hambre, porque he aprendido a no entrar al trapo en una crisis de notoriedad como esta (aunque, siendo sinceros, no es nada fácil).

Para finalizar, me gustaría decir que me siento orgullosa de cómo muchos ex alumnos hemos salido a defender a los nuestros (ojo, siempre hay excepciones, y algunos no lo han hecho bien, la autocrítica es siempre esencial). En cambio, me ha decepcionado (aunque por otra parte, fuera de esperar) el tratamiento de la noticia por parte de la prensa, y de una parte de la sociedad. Para pedir respeto, hay que predicar con el ejemplo, y eso es algo que nunca deberíamos olvidar. Está bien ejercer el derecho a expresarse libremente, pero siempre desde el respeto, sin insultar, sin difamar. Y eso, lamentablemente, se nos olvida rápidamente...

Perdonad la extensión y el caos de mi escrito, pero como decía, necesitaba expresar, y compartir. Ánimo a los docentes que tan mal lo están pasando, ánimo a la comunidad. Y, ante todo, ánimo a las más afectadas: las víctimas principales y sus familias, que ojalá nunca hubieran tenido que pasar por este horror. Tenéis todo el apoyo de esta comunidad, y nuestra gratitud, porque gracias a vuestra valentía al denunciar, hay muchas niñas que están a salvo y que han aprendido cómo pueden defenderse de casos tan lamentables como este.

jueves, 30 de enero de 2014

#Crisis/Contestación Social

"En los momentos históricos más difíciles, incluso cuando los sistemas censores del poder han silenciado la palabra, siempre ha habido fotógrafos que han reflejado con sus cámaras la realidad, por muy dolorosa que fuera. Gracias a esas imágenes, podemos saber qué ocurrió en un momento determinado. Es, de alguna manera, la memoria colectiva de una época".



Así comienza la disertación de la exposición que Luis M. Elvira, Kike Rincón, Czuko Williams y Rafael Roa inauguraron ayer en la Escuela Julián Besteiro de Madrid, bajo el nombre "Crisis/Contestación social. 4 fotógrafos frente a la crisis". Y es que a pesar del bombardeo de imágenes sobre la crisis (y cómo los ciudadanos responden a ella) al que nos hemos visto sometidos en los últimos años, hacía falta una visión más pensada, digerida incluso, donde se nos contara una historia, y no se jugara exclusivamente con el impacto visual del "aquí y ahora" con el que han jugado muchos usuarios de las redes sociales. Igualmente, también era necesario poder tener acceso a imágenes que no han salido en los medios, imágenes que cuando te enfrentas a ellas, te cuesta reconocer a tu propio país, pues parecen propias de un conflicto de un territorio lejano. Ese tipo de imágenes, y otras muchas, son las que podemos encontrar en esta muestra, que permanecerá abierta hasta el 28 de febrero.

La serie escogida por Luis M. Elvira se compone de una serie de retratos en blanco y negro de manifestantes. Son imágenes calmadas, ensimismadas incluso, que parecen robarle el alma a sus protagonistas, o que por lo menos, la desnudan. Miradas intensas, miradas inteligentes... miradas. Un magnífico ejercicio de abstracción, pues en una manifestación es difícil centrarse en el individuo en vez de en el colectivo, y Luis lo consigue de una manera magistral.



Kike Rincón y Czuko Williams nos enseñan una visión mucho más visceral, "a pie de trinchera", haciéndonos partícipes de la lucha. Duras imágenes de cargas policiales y heridos, pero también otras más amables, como la del pequeñajo llevando la pancarta anti recortes, o las de los manifestantes enseñando un pañuelo blanco en señal de rendición. Duras o no, todas sus imágenes nos cuentan una historia con un acento muy marcado de tinte informativo que no nos puede dejar indiferentes.




Finalmente, Rafael Roa se centra en una reivindicación silenciosa sobre los "Invisibles", los afectados por los desahucios, en contraposición con imágenes de espacios vacíos o carentes de vida (pisos desiertos, lujosas salas de reuniones sin signo alguno de humanidad, etc). Contraposiciones muy duras, diferentes escenas que podemos encontrar en muchos rincones de nuestras ciudades, con un nexo común: el desamparo, el olvido, el silencio.



Cuatro generaciones de fotógrafos, cuatro visiones muy distintas y personales de lo que nos ha tocado vivir. Cuatro maneras de contar una misma historia, y cuatro maneras de hacernos reflexionar sobre ella.

Una magnífica exposición que todos deberíamos visitar, y recordar que, efectivamente, #SíSePuede.



Crisis/Contestación Social from Kike Rincón on Vimeo.