martes, 18 de febrero de 2014

De los desvelos y sentimientos encontrados de una ex alumna del Valdeluz.

Por una vez, me vais a perdonar que no hable de fotografía, ni de cultura, ni del mundo 2.0... sino de algo mucho más visceral, triste y confuso: el caso Valdeluz.

Ya van casi 6 noches durmiendo a medias, pensando, digiriendo, sintiendo repulsión y pena. Hoy no consigo conciliar tampoco el sueño, pero porque siento la necesidad de expresarme, y sobre todo, de compartir. Esta noche, os quiero contar la historia de una chiquilla un tanto peculiar, que tuvo la suerte (sí, SUERTE) de que sus padres decidieran desoír sus súplicas y quejas, y de que supieran (aunque ella no lo entendiera entonces) qué era lo mejor para ella. Esa chiquilla peculiar, con los años, se ha convertido en una mujer (creo) con criterio, a la que tengo la suerte o la desgracia de conocer muy bien. Porque esa chiquilla soy yo. Y esta, es la historia sobre mi paso por el Valdeluz, y el por qué defiendo a la comunidad del colegio en el que empecé a andar mi camino como persona.

Antes de nada, me gustaría dejar clara una cosa: cualquier persona que cometa tal atrocidad como un abuso, sea este sexual, o "mero" maltrato, contra un menor, merece mi más absoluto desprecio, y una larga temporada pudriéndose entre rejas. Y los que lo saben, y no hacen nada, son igual de culpables, o incluso más, pues quiero creer que un ser humano que comete tal atrocidad es un enfermo mental, pero el que lo permite a conciencia, es directamente un malnacido. Dicho esto, me pongo en antecedentes.

El miércoles pasado, muchas de las personas que tenemos o hemos tenido relación con el colegio Valdeluz recibíamos un puñetazo en el estómago en forma de whatsapp o llamada telefónica. No puedo hablar por lo que sintieron los demás, pero sí puedo (y quiero) hablar por lo que yo misma sentí: entré en shock. Impensable. Que mi profesor, es más, mi tutor, había hecho.. ¿qué? Me costó procesar la información, sólo leía, sólo escuchaba lo que me estaban contando. Me sentía incapaz de decir nada. Llegué a casa aún aturdida, a contárselo a mis padres, quienes también quedaron muy sorprendidos y afectados. Y ahí empezó la locura...

Leí con calma la primera noticia que saltó a la prensa. La intenté entender. Pero seguía sin conseguirlo, las letras me bailaban. No puede ser. Pero sí, era. Estaba leyendo una noticia horrible, sobre un hecho deleznable, presuntamente cometido por uno de los pilares de referencia en mis inicios de mi vida como adulta. Cuando poco a poco (muy poco a poco) mi estómago comenzó a asentarse, empecé a aplicar lo que tan bien me han enseñado en los últimos tiempos mis nuevos profesores: empecé a monitorizar, necesitaba escuchar lo que se decía en webs y redes sociales. Necesitaba saber para entender. Y quizá fue este precisamente mi gran error, porque cada noticia que leía, cada tuit, me espantaba más. Y me sentía insultada. Estaban desmoronando mi construcción como persona. Estaban lapidando (injustamente) una parte muy importante de mi vida. Una parte de cuya importancia no era consciente. Hasta ese momento.

Para que entendáis mejor la vorágine de sentimientos encontrados que he tenido estos días con este tema (y por qué quizá mi opinión es tan caótica en este escrito), quiero aclarar primero unas cosas:

  • Sí, soy ex alumna de un colegio religioso. 
  • No, no soy creyente, aunque me haya criado en un entorno que sí lo es, y por lo tanto, respeto las creencias de los demás.  
  • Sí, soy ex alumna de un colegio exigente, y esa exigencia me llevó a querer salir de él, pero a toro pasado me di cuenta de que mis padres hicieron bien al no permitírmelo, pues al llegar a la universidad descubrí que mi formación era muy completa, mucho más exhaustiva que las de algunos de mis compañeros. 
  • Sí, soy ex alumna de un colegio concertado, con algunos cursos privados, pero no soy una "niña rica". 
  • Y, sobre todo, sí, mi cole ha levantado y levantará envidias y resquemores, y esa es, seguramente, una de las razones que ha hecho que esta bola crezca más (a parte, repito, de lo horribles que son los hechos que, presuntamente, han acontecido entre sus muros).

Os preguntaréis, entonces, por qué he defendido estos días a una institución, a una comunidad, que muchos han considerado como indefendible. Primero, porque considero que no pueden pagar justos por pecadores, y a pesar de que quizá, lamentablemente, haya algunas personas que merece mi más absoluto desprecio si se prueba que las acusaciones que sobre ellos se ciernen son verdaderas, hay muchas más personas muy válidas, como profesionales y como individuos, que, junto a mi familia, han hecho de mí quien soy ahora. No pueden pagar justos por pecadores. Es injusto que unos críen la fama y otros carden la lana. Perdonadme el uso de tanto refrán, pero quiero dejar bien claro que por una, dos, tres personas que actúen mal, no todo un colectivo es malvado. El Valdeluz no es, como he llegado a leer, "una casa de citas encubierta". NI POR ASOMO. El Valdeluz es una institución que EDUCA, que FORMA personas. Y que, dicho sea de paso, lo hace MUY BIEN.

En segundo lugar, quiero hacer entender que el Valdeluz no es sólo un colegio, sino una institución en sí misma y, como he dicho antes, una COMUNIDAD. Muchos de sus alumnos hemos sido hijos de alumnos, hermanos de alumnos, tíos de alumnos. Muchos conservan de su paso por el colegio a sus mejores amigos. Muchos padres acababan haciendo amistad con otros padres. Juntos celebramos, juntos recordamos a los que ya no están. Y todos (al menos, los que sabemos ver las cosas positivas que nos ha proporcionado esa comunidad, que creedme, son muchas) sentimos un gran cariño a ese colegio. En términos de Community Management: sentimos ENGAGEMENT. Y no es un sentimiento corporativo, sino un sentimiento real y visceral, porque creemos en los valores que compartimos. Porque creemos en su proyecto educativo. Porque nos sentimos unidos, en lo bueno y en lo malo.

Pero pasando a lo más personal, ese profesor que empezó siendo nombrado tímidamente con las siglas de su nombre y apellidos, y que ha acabado siendo de todo menos anónimo (cosa que creo que ha sido una de las mayores cagadas del tratamiento que le ha dado la prensa a este caso, que se ha convertido en un caso sensacionalista al máximo) fue, como decía, mi profesor y mi tutor. Y he de decir que jamás vi ni escuché nada similar a lo que presuntamente ha hecho. Con esto, no quiero decir que las víctimas de sus presuntos abusos hayan mentido, que veo venir los comentarios. No. Lo que quiero decir es que YO NO VI NI ESCUCHÉ NADA. Y precisamente por eso encajar esta noticia me ha costado (y me costará) muchas noches de insomnio. Porque conmigo siempre fue correcto, incluso amable, ayudándome en un momento difícil para mí, en un momento crucial en mi formación no sólo académica, sino personal. Y lo único que se me ocurre para explicar su comportamiento es que, en estos años en los que no he tenido trato con él, y en los que presuntamente ha cometido los abusos, se haya vuelto loco. Literalmente. Es lo único que mi confusa mente puede procesar.

Como es habitual en este país, se le ha juzgado y condenado desde el minuto 0. Yo no he estudiado derecho, no puedo juzgarle, no puedo afirmar ni que sea culpable, ni que sea inocente. Sólo puedo esperar con un nudo en el estómago a que la justicia dictamine, y si resulta culpable, se pudra en la cárcel, aunque haya sido un referente en mi educación. Quien la hace, la paga. Y eso es lo que me tranquiliza, y precisamente por eso tengo la conciencia muy tranquila con cómo he actuado estos días defendiendo al colegio como comunidad.

Puedo entender (aunque me cueste) que este tema tan escabroso haya levantado el ansia por la carnaza, por el morbo. Pero no puedo evitar tener la sensación de que tanto prensa, como ciudadanos "anónimos", se han cebado sin contrastar las noticias, sin conocer cómo es esta comunidad que muchos hemos defendido. La noticia ha tomado un regusto amarillista que ha hecho mucho daño en nuestra comunidad. Muchos criticaban a los que defendíamos al Valdeluz, nos echaban en cara que no defendíamos a las víctimas (cuando, además, no era verdad, y los mensajes de apoyo se repetían en muchos timelines). ¿Acaso ellos no estaban perjudicando a las víctimas colaterales, como los docentes inocentes del centro, los alumnos, los niños que empiezan a ser conscientes del mundo entre esos muros, y que han tenido que ver cómo policía y prensa les esperaban a la salida del cole para ver cómo recibían de manos de sus preocupados padres la merienda?

Y luego me han llamado hipócrita. Hipócritas son los que han usado el insulto como bandera, los que han hecho pintadas, los que han difamado sin saber. Pobres, no son conscientes del daño que han hecho. No son conscientes de las noches de desvelos, de la preocupación, de la consternación de muchos padres que ahora tienen a sus hijos estudiando en el colegio. Hay muchas víctimas en este caso, no sólo las denunciantes (que, por supuesto, tienen TODO el apoyo de esta comunidad, y están en las oraciones de todos los creyentes de la misma, y en las mentes de los que no lo somos). Me ha costado darme cuenta de que esas personas que hacían ruido, insultando por el mero placer de crear polémica, no merecían ni una palabra. "Don't feed the troll". Pues eso. Que, por mi parte, se mueran de hambre, porque he aprendido a no entrar al trapo en una crisis de notoriedad como esta (aunque, siendo sinceros, no es nada fácil).

Para finalizar, me gustaría decir que me siento orgullosa de cómo muchos ex alumnos hemos salido a defender a los nuestros (ojo, siempre hay excepciones, y algunos no lo han hecho bien, la autocrítica es siempre esencial). En cambio, me ha decepcionado (aunque por otra parte, fuera de esperar) el tratamiento de la noticia por parte de la prensa, y de una parte de la sociedad. Para pedir respeto, hay que predicar con el ejemplo, y eso es algo que nunca deberíamos olvidar. Está bien ejercer el derecho a expresarse libremente, pero siempre desde el respeto, sin insultar, sin difamar. Y eso, lamentablemente, se nos olvida rápidamente...

Perdonad la extensión y el caos de mi escrito, pero como decía, necesitaba expresar, y compartir. Ánimo a los docentes que tan mal lo están pasando, ánimo a la comunidad. Y, ante todo, ánimo a las más afectadas: las víctimas principales y sus familias, que ojalá nunca hubieran tenido que pasar por este horror. Tenéis todo el apoyo de esta comunidad, y nuestra gratitud, porque gracias a vuestra valentía al denunciar, hay muchas niñas que están a salvo y que han aprendido cómo pueden defenderse de casos tan lamentables como este.

7 comentarios:

  1. Como padre de dos niños alumnos del Valdeluz, sólo quiero decirte GRACIAS

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    1. No hay por qué darlas, Javier. Gracias a ti por leer, y comentar. Ánimo!

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  2. Por si a alguien le interesa leer más testimonios de antiguos alumnos:

    http://mppetisco.wordpress.com/2014/02/17/valdeluz-no-te-reconozco/

    http://belenkayser.wordpress.com/2014/02/17/yo-alumna-del-valdeluz-y-periodista/ (aquí además hay un comentario de un antiguo alumno, que merece mucho la pena leer también)

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  3. Mucho ánimo Blanca , a ti y a tus compañeros. Dice mucho de un colegio que una ex alumna hable así , y lo fundamental es " que no paguen justos por pecadores " . Besos

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    1. Muchas gracias por tu apoyo, Dulce, se agradece mucho. Un gran abrazo.

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  4. Gracias por el enlace, Blanca. Creo que nos conocemos de vista y me alegro de ver que casi todos los antiguos alumnos pensamos lo mismo. Que se aclare pronto. Un saludo.

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  5. Muchas gracias, Margarita, por pasarte, leer y comentar. Ahora mismo no caigo en quién eres, pero no me extrañaría que sí nos conociéramos de vista. En fin, esperemos que de verdad se aclare pronto, y podamos pasar página y aprender de lo ocurrido. Un abrazo.

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